Para 2050 la población mundial alcanzará los 9 mil millones de habitantes y, según la FAO, se requerirá un aumento del 50% en la producción de alimentos para sostener la demanda. El número, de por sí, es impresionante. La exigencia para quienes producen alimentos, es aún mayor.
Nuestro sector agropecuario es familiar, de hecho el 95% de la explotaciones agropecuarias de Argentina tienen esa característica. Y como toda empresa familiar, tienen desafíos a la hora de dar un salto hacia la profesionalización. Hoy por hoy, el 75% de las empresas del agro no tienen una planificación hacia el largo plazo y solo la mitad analiza los datos que produce para tomar una decisión oportuna que sirva para gestionar eficientemente el negocio.
En la antesala de un desafío enorme, habrá que trabajar en impulsar cambios y mejorar la gestión para no quedarse abajo del mundo o, mejor aún, para ser protagonista.
Si hablamos de gestión de los negocios y empresas del agro, el nuevo paradigma estará indudablemente atravesado por las AgTech, las cuales persiguen un triple impacto; (1)ambiental buscando métodos de producción más sustentable, (2)social entendiendo que en los últimos 25 años, según datos del BID, se redujo la desnutrición de 23,3% a 12,9% y el desafío es seguir aportando a que disminuya aún más y, por último, el (3)económico, cuyo fin persigue la optimización de recursos y gestionar de manera más efectiva los riesgos productivos y comerciales.
Revisando, y tratando de comparar, procesos históricos aparentemente similares que ha transitado el agro argentino llegamos sin lugar a dudas a la siembra directa. El impacto de esta modalidad de producción no tuvo precedente en la historia de nuestro país. Según AAPRESID, se detuvieron hasta un 96% los procesos de degradación de suelos, se redujo en un 66% el consumo de combustible y se aumentó considerablemente la producción agrícola por hectárea.
A la hora de pensar en estos cambios estructurales, es imposible dejar de mirar lo que nos pasa en el día a día. Las crisis que nos golpean frecuentemente -y paralizan a la gran mayoría de los productores- son parte de nuestra historia cotidiana, pero también lo son aquellos logros, aquellas revoluciones productivas, que llegan para transformar las cadenas agroalimentarias y nos hacen soñar que todo es posible, que la Argentina pujante, sostenible y de desarrollo está a la vuelta de la esquina.
Para poder trabajar y ser eficiente en el mundo actual, debemos estar a la altura de sus desafíos. Hoy, por minuto, se miran por YouTube 4.333.560 videos, se comparten 49.380 fotos de Instagram y Google ofrece 3.877.140 búsquedas en Internet. La cantidad de todo tipo de datos viajando por minuto en este mundo sin fronteras digitales es inconmensurable y la diferencia la hará quien pueda tomar esos datos, procesarlos,
convertirlos en información y tomar una decisión a tiempo. Esa será la base de la gestión en el siglo XXI.
Desde Grupo Cencerro, cada vez en mayor medida, trabajamos funcionando como puente entre aquellas empresas tradicionales, y las que pegan el salto de calidad propio de la época en que vivimos. Porque hoy ser competitivo es tomar decisiones de calidad en el menor tiempo posible. El valor fundamental de las Agtech es ser herramientas de gestión de esos datos. Porque el que no se adapte perderá su lugar, como siempre ha pasado, pero hoy a una velocidad profundamente mayor.
La buena noticia es que ya hay productores, y todo un ecosistema de emprendedores, que están trabajando con mucha dedicación en estos procesos de gestión y administración eficiente. Como históricamente ha pasado, iremos para adelante peleando contra heladas y secas, a veces dando un paso atrás para volver con más fuerza, pero siempre avanzando para seguir posicionando a nuestra querida Argentina como un jugador fundamental en la producción de alimentos en el mundo.
Fuente: La Nación
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