La historia la escriben los que se animan a soñar el futuro. Soñar, ese verbo que se opaca con el paso del tiempo, poco a poco se convierte en una virtud de unos pocos que entre tanto embrollo logran ver un halo de luz y, por convicción o vaya a saber qué emoción, lo siguen para descubrir una nueva forma de interpretar la realidad.
El agro tiene un mar de historias y sueños, muchas de ellas documentadas para la eternidad en la obra de Barsky y Gelman, que será siempre antesala para que el presente nos encuentre desafiantes y con ganas de seguir escribiendo las páginas doradas del gran sector agropecuario argentino.
El 2020 empezó raro, conflictuado, y cuando parecía que el año en pañales se escurriría entre paros, reclamos y climas caldeados, llegó un hito que nos desperezó, nos devolvió el porqué de nuestra causa y desafío a todos los integrantes de la cadena agroindustrial a seguir produciendo cuarentena mediante: El coronavirus. Y trajo un eje que, sin lugar a dudas, viene siendo el protagonista de este año productivo en marcha: La tecnología de comunicación y datos.
Es sabido que hace tiempo hay un porcentaje - pequeño - de productores agropecuarios, por muchos denominados de punta, que han incorporado tecnología para seguir sus explotaciones de manera más dinámica y esto les permite estar “un paso adelante” en términos de decisiones gerenciales. Este es el pequeño grupo que empuja a la gran masa. La gran masa que es “reactiva” y siempre necesitó de algo obstruya el camino para tomar la iniciativa de ver y saltar el obstáculo.
Obstáculos que siempre terminan siendo el detonante de la mejora, vaya paradoja.
Sin embargo, casi sin quererlo, la pandemia obligó a cientos de productores - recordemos que solo el 6% vive en el establecimiento - que van por la ancha avenida del medio (no son de punta, pero tampoco están fuera del sistema) a desperezarse porque vieron afectada su diaria y su círculo de control achicado por la cuarentena. Estos son lo que hoy miran con buenos ojos el implementar un sistema de gestión para saber “en vivo” lo que ocurre en el campo cuando ellos están en sus hogares. Son también los que hoy quieren medir vía “remoto” lo que está ocurriendo con el equipo de siembra en el campo.
En resumen, lo que la pandemia nos viene dejando son nuestras fragilidades a la hora de hablar de buena gestión en el agro argentino, pero - viendo el vaso medio lleno - eso también viene trayendo consigo grandes oportunidades de transformar esas debilidades en fortalezas, que los productores ya están viendo. Lo positivo es que que no hace falta ir muy lejos para encontrar empresas y consultoras agtech que ayuden al productor a tener un mayor poder de decisión sobre su empresa con incorporación de tecnología acorde a sus necesidades.
El desafío está a la vista, veremos a donde nos encontramos cuando llegue el 2021.
Columna publicada en La Nación
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