La semana anterior amanecimos con un dato impresionante: 100.000 productores agropecuarios han desaparecido en los últimos 15 años. Hoy quedan aproximadamente 230.000 productores de alimentos en nuestro país.
Seguramente esta noticia dará mucha tela para cortar y analizar por parte de académicos, entidades gremiales y representantes del Estado. Habrá decenas de conjeturas que expliquen por qué hoy quedan cada vez menos productores agropecuarios argentinos.
El campo es fundamentalmente un sector familiar. Según algunos estudios el 95% de las explotaciones agropecuarias de nuestro país son familiares. El 75% de las empresas familiares agropecuarias no tienen un plan definido a largo plazo y solo el 22% de estas empresas han realizado evaluaciones de desempeño en los últimos tiempos.
Estos datos en un país donde, según FADA, el porcentaje de participación del Estado en la renta agrícola es del 60,5% nos dan a entender por qué no es descabellado que miles de establecimientos agropecuarios hayan quebrado o, en el mejor de los casos, decidido cerrar.
Desde Grupo Cencerro, un grupo de profesionales apasionados por el sector agropecuario convencidos de las oportunidades de mejora que existen en el gerenciamiento de las empresas agropecuarias de nuestro país, queremos ver el vaso medio lleno y ser parte de la solución. Sentimos que más allá de las malas noticias esta es una oportunidad para abrir los ojos y aprender. En estos tiempos cambiantes y de alta incertidumbre es necesario estar cada vez más finos e incorporar conocimientos al equipo de trabajo que gestione la empresa.
Entendemos que la creación de distintos escenarios posibles y la toma de decisión en consecuencia es un mínimo que toda empresa agropecuaria debe tener para realizar el mejor trabajo posible. Sabemos que ya no alcanza con el trabajo productivo.
Estos tiempos demandan mayor análisis, estrictos procesos de planificación y precisos monitoreos de desvíos económicos/financieros. Así como la camioneta tiene su tablero de control, en la empresa debemos tener uno similar que nos levante alarmas oportunas antes de que los problemas sean irreversibles. En resumidas cuentas, necesitamos mejorar la calidad del gerenciamiento agropecuario.
El problema está, es innegable. Ahora habrá que animarse a innovar y dar un salto de calidad que nos ayude primero a permanecer y luego, con mucho ánimo, a seguir creciendo.
Fuente: Bichos de Campo